Este mes de Julio, el Presidente del Gobierno anunció en el Debate Sobre el Estado de la Nación el desbloqueo de la operación Campamento. Llama la atención que el anuncio de una cuestión esencialmente local – municipal – se produzca en las Cortes y en un debate como éste, máxime si el tratamiento es el de medida estrella, en este caso en materia de vivienda. Y es que “Campamento” solo es un área de terreno de la capital de Madrid. Coincidiremos que más allá del “Foro” la mayoría de personas desconoce qué es “Campamento” ¿Por qué este tratamiento?

Sin entrar en mayores disquisiciones, la operación Campamento puede entenderse trascendental desde una perspectiva social-urbanística, y quizá, desde el Gobierno, se considere que Madrid es el centro de una inevitable atracción de población externa por inmigración desde otras regiones de España, en el que es un fenómeno de concentración urbana hacia las grandes ciudades cada vez mayor que no solo ocurre en nuestro país. Dejamos ahora el debate de la España Vaciada y las políticas – de inversión y gestión – sobre otras regiones. La realidad es que Madrid crece exponencialmente y se enfrenta a una situación insostenible, ya crítica, en materia de vivienda.

Campamento es una anomalía urbana. El paradigma del infranqueable proceso burocrático-urbanístico español. Y el fruto de una mala gestión y descoordinación administrativa entre políticas de corta visión. Un poco de historia y algunos datos.

Desde Madrid capital, en forma de estrella, surgen las diferentes autovías que reparten su comunicación con el resto de España. Son las llamadas “A”s , desde la 1 a la 6. Carreteras de La Coruña, Burgos, Valencia, Barcelona, Andalucía y, como no, la de Extremadura. Está última tiene la particularidad de que conecta y parte muy cerca del mismo centro de la ciudad. Allá por 1856, recién restablecida la Constitución de la Monarquía Española bajo el Reinado de Isabel II, se edificaron fuera de la que era área metropolitana, pero no alejada del Palacio Real, instalaciones militares cuyo objetivo primero fue el de almacenar pólvora. Con el tiempo, se levantaron cuarteles, residencias militares y otras dependencias propias de la jerarquía castrense. De ahí su denominación. En total 11 cuarteles en lo que hoy son aproximadamente 200 hectáreas, equivalente a la superficie de 280 campos de fútbol reglamentarios. Toda una extensión propia de un barrio, incluso de un distrito en una gran ciudad o mayor que algunas ciudades.

Cruzando todo este terreno se formó, quedando encajonada la que es hoy la A-5 o carretera de Extremadura. Como todo proceso urbano, las ciudades crecen bajo el símil denominado “mancha de aceite”, es decir, los espacios intermedios o huecos se van ocupando como lo hace una mancha de aceite que, al extenderse une a las otras más pequeñas que se encuentran cerca. Así creció Madrid. Desde el mismo centro y concéntricamente se fue extendiendo según su población crecía. Nacieron barrios enteros que se incorporaron al Madrid capitalino, otros, entonces pueblos, quedaron absorbidos. Pero he aquí que, cerca, muy cerca del Madrid histórico, a escasos 5 km, este crecimiento topó con los cuarteles. Las 200 hectáreas quedaron rodeadas por otros barrios de nueva creación como Aluche, Batán, Cuatro Vientos, Moncloa-Aravaca. Por otro lado, otros municipios como Alcorcón y Pozuelo de Alarcón crecieron hasta topar con los terrenos militares, y éstos quedaron aislados como una burbuja. La A-5 se tornó angosta insuficiente a las nuevas necesidades, sin posibilidad de una ampliación necesaria al gran flujo de automóviles pues sus lindes son los propios cuarteles. Salidas e incorporaciones peligrosas sin carriles de aceleración, ausencia de arcenes y sobre ésta, como miradores de una visión desoladora, una infinidad de garitas de vigilancia de los cuarteles.

La inacción administrativa -histórica- provocó un gap urbanístico. Una anomalía a la vista. Aquel terreno de 200 millones de metros cuadrados empezó a languidecer desde los 80´. Pasto abonado de grafiteros, atravesar la A-5 recordaba a algunas películas post-futuristas. Con el fin la “mili” en 1996, las dotaciones caen en el más absoluto abandono y con él, su ruina física. En el año 2005, el ayuntamiento de Madrid, a la cabeza con su entonces alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón y el Ministerio de Defensa, titular de los terrenos, con su Ministro José Bono, firmaron un convenio para el desarrollo de la zona y el soterramiento de la A-5 por aquel tramo. Siete años más tarde, en el 2012, se aprobó definitivamente el PERI (plan parcial de reforma interior) cuyo objeto era otorgar el instrumento legal que permitiera comenzar aquel desarrollo. Pero todo quedó en el olvido o quien, sabe, la incapacidad.

El proyecto fue recuperado por el gobierno de Manuela Carmena como uno de los elementos vértice de su gestión. Y es que los políticos, todos, han sido conscientes de este desaguisado que, por su trascendencia, pero también por su dificultad técnica, han querido – al menos anunciado – reparar, pues constituiría el gran legado político de una gestión, aparte una necesidad. Pero para ello, hace falta algo, esencial. Dinero. Mucho dinero. La idea de Carmena quedó frustrada por la retirada de Wang, propietario del imperio Wanda, quien habría prometido una inversión de 3 mil millones para la construcción de más de 10 mil viviendas y varios centros comerciales.

Un dato más. Como siempre, y bien digo, como siempre (desde la más absoluta crítica) ya han aparecido voces que claman por la protección y conservación de diversos elementos arquitectónicos del lugar, bien altamente deteriorados o en ruina, como si su valor histórico y cultural fuera el propio de un monasterio cisterciense. Una capilla. Una torre de tiro, algún pabellón y hasta un picadero. Y es que el gran afán proteccionista alcanza límites insospechados que llegan a contagiar a la propia Administración la que intenta evitar se la tilde de anti-moderna de contradecir las modas más cool. Y no decimos que esto no suponga una dificultad técnico jurídica, que lo será, pues en aquel afán varios de estos elementos llegaron a ser catalogados como objeto de protección en el P.G.O.U. De Madrid, hoy vigente aunque en revisión. Y sino que pregunten en Valdecañas. Y es que veremos quien se atreve a firmar su demolición en tanto se halle vigente esta catalogación.

Finalmente. En este gran espacio, se prevé edificar entre 10 mil y 12 mil viviendas, de las cuales 7 mil quiere que sean protegidas. Pero esta intención no es nueva pues ya era idea de antiguos regidores y gobernantes. ¿Será la definitiva? Y lo más importante ¿quién pondrá el dinero?

José Méndez
Socio Director en MÉNDEZ LIT